Tecnología y urbanismo
Cambio Climático

Hundimiento progresivo de la ciudad de México: el calentamiento global acelera el proceso

Un artículo reciente del diario ibérico El País (uno de los más prestigiosos y leídos en idioma español) reavivó la polémica sobre la precaria situación que vive el Distrito Federal.

Al referirse a una de las megalópolis más pobladas del mundo, el matutino denunció que "los techos de la Catedral Metropolitana albergan grietas significativas. Las hendiduras del monumento histórico no son las únicas que se observan en la capital, otros muchos edificios cuentan con fracturas en sus fachadas y estructuras. Estas fisuras son una de las formas en las que el derrumbamiento de la ciudad se manifiesta ante los ojos de los ciudadanos. La urbe fue construida sobre lo que fue el lago de Texcoco y se determinó que se está enterrando hasta 40 centímetros al año debido a las extracciones masivas de aguas subterráneas".

La ONG Greenpeace viene denunciando este fenómeno desde hace varios años.

Mirá también: Greenpeace México llama a "salvar" la ciudad, que continúa en hundimiento 

La metrópoli se sumerge a un ritmo insostenible, ya que el cambio climático (debido al calentamiento global) amenaza con colapsar pronto su centro histórico por las necesidades crecientes de conseguir agua potable bajo tierra. Fuentes arqueológicas oficiales estiman que este gigantesco conglomerado ha descendido más de diez metros en los últimos 150 años.

Un gigante con pies de barro

Según estimaciones arqueológicas, la ciudad de Tenochtitlán, capital del imperio azteca fue fundada en 1325 en una isla sobre el lago Texcoco. Dos siglos más tarde, cuando llegaron los españoles, la urbe ya contaba con 200.000 habitantes. Era mucho más grande que la propia Madrid y que Londres. Sobre esta antigua ciudad destruida por la conquista se erigió luego la ciudad de México. En otras palabras, el proceso de hundimiento continúa porque la ciudad fue construida sobre el lecho de un lago que se disecó progresivamente desde épocas de la conquista española.  

Cualquier turista que haya paseado por uno de los sitios más emblemáticos del DF habrá sido testigo de los estragos que produce el hundimiento. Los efectos se aprecian a simple vista en el Zócalo, donde se encuentran la Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional. Al monumento llamado "Ángel de la Independencia" se le han tenido que añadir diez escalones nuevos porque los alrededores de la columna se han hundido.

EÁngel de la Libertad, en la Ciudad de México (Foto: Pixabay)

Sin dudas, la Villa de Guadalupe, donde se erige la tercera iglesia católica más visitada del mundo, es la más afectada por los desplazamientos. Hace ya casi medio siglo que la antigua Basílica cedió en sus entrañas y debió ser reemplazada por una más moderna.

En diálogo con Carbono News, integrantes del departamento de comunicaciones de la sede local de Greenpeace señalaron: "la gente ha naturalizado las inclinaciones de edificios históricos y las rajaduras. A menudo, son los turistas los que más se sorprenden por lo que está ocurriendo. Al desplome hay que sumarle los sismos que aquí son muy frecuentes. En un terreno semiblando como en el que sostiene al casco antiguo, existen construcciones que cada año están más amenazadas".

Actualmente, el 40% del agua que allí se consume se sigue extrayendo de las napas subterráneas, de los mantos acuíferos más profundos. Las perforaciones clandestinas no pueden ser detenidas.

A pesar de que no existen megatorres habitacionales como en otras capitales del continente, la zona oriental no detiene su corrimiento descendente.

La única salida plausible consiste hoy en acarrear agua desde provincias aledañas para poder satisfacer la voracidad de un conjunto que supera los 20 millones de habitantes. La solución es muy compleja, pero es indispensable dejar de bombear desde las napas y detener las construcciones para que la mole de cemento detenga su enterramiento.

Mural de Diego Rivera que muestra la ciudad de Tenochtitlan. Palacio Nacional de México

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