Adoptar un galgo es transformar violencia en amor, pero ¿qué medidas faltan para terminar con el maltrato?

Desde el primer momento Flor sintió una conexión especial con Atilio. Cuando le contaron su historia de abandono, tránsitos y adopciones fallidas no dudó en abrirle las puertas de su hogar y darle una nueva oportunidad. "Ati llegó con un montón de miedos muy clásicos de quizás una familia que no se ocupó de una correcta educación en los primeros meses. Hasta el día de hoy sigue siendo muy temeroso", cuenta a Carbono news Flor Petra, fotógrafa, educadora canina y cofundadora de "Un perro largo", proyecto que busca promover el bienestar animal, concientizar sobre tenencia responsable y deconstruir prácticas culturales en relación al adiestramiento, comportamiento y comunicación perruna.

"A Ati lo encontraron en la ruta con sus hermanas. Lo rescató la organización Hogar Amor de Galgo y a las semanas lo dieron en adopción. La familia que lo adoptó en un primer momento lo devolvió a sus seis meses porque la hija de la dueña había quedado embarazada. Esa fue la explicación. Luego lo adoptó una persona que ni bien llegó a su casa no lo quiso por su tamaño. Yo vivía en un departamento de dos ambientes y esta persona tenía una casa grande, con parque. Si bien al principio queríamos que estuviese en un lugar más tranquilo y menos ruidoso, al ver que hay tanta gente irresponsable y al amarlo tanto decidimos que nosotros íbamos a ser una familia que se iba a comprometer con él para siempre. Y así fue", dice.

El caso de Ati no es aislado y es reflejo de la cruda realidad que viven miles de galgos en todo el país. Si bien la prohibición de carreras se hizo efectiva mediante la sanción de la Ley 27.330 de 2016 aún se los explota, maltrata y utiliza para actividades de caza. Para ello, les liman los dientes, fuerzan celos y cruzas y se los encierra en jaulas diminutas sin contacto con otros animales. Cuando ya no se los considera "útiles" y dejan de "satisfacer" los intereses humanos se los descarta en rutas y terrenos baldíos. En su gran mayoría, son encontrados en pésimas condiciones de salud, heridos y sin vacunas.

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"Los galgos que rescatamos son animales rotos. Rota su voluntad, roto su cuerpo. No son perros de exposición ni hechos a medida de la frivolidad del "comprador". Por eso siempre faltan personas dispuestas a adoptar galgos viejos, tuertos, con enfermedades crónicas, sin dientes, de tres patas. Lo que hace falta, siempre, es más empatía", explica a Carbono News Carla Zapata, coordinadora de la ONG Ché Galgo y agrega: "El desafío principal que tenemos es hacerle entender a las personas que nos siguen que no sólo nos ocupamos de dar perritos en adopción. No van a ver únicamente galguitos felices esperando una familia sino, principalmente, imágenes dolorosas a través de las cuales buscamos crear conciencia sobre el sufrimiento al cual se somete a los animales, por el uso y la apropiación sobre sus vidas".

El maltrato se extiende a todas partes del mundo. Alejandra Peralta, fundadora de Adoptá un galgo en Argentina, ONG que rescata, recupera y reubica galgos en familias aptas para su adopción. Sus primeros pasos los dio en 2009 cuando vivía en Italia y se puso en contacto con una organización que salvaba galgos en España. En ese momento adoptó a Paloma, su primera galga.

"Paloma me iluminó. Es nuestra reina madre, es súper especial para mí y para la ONG. Con ella me enganché con este tema, empecé a informarme sobre cómo era la cuestión en Argentina y me di cuenta que no había información. Por ese entonces nadie adoptaba galgos porque en la mentalidad de la gente los galgos eran para correr y no eran perros adoptables. El galgo que dejaba de usarse para correr o cazar terminaba en una perrera o roto, quebrado, lastimado, siempre jóvenes porque difícilmente llegaban a viejos", dice a Carbono News.

Alejandra rápidamente descubrió que la realidad argentina no era muy distinta a la española. Cuando regresó al país en 2011 se abocó a brindar información y a desmitificar algunas creencias en relación a esta raza: "Los galgos pueden vivir en departamento, pueden salir a pasear a una plaza y si bien tienen el don de la velocidad son perros que no necesitan correr todo el tiempo. También les gusta dormir y estar panza arriba en un sillón", afirma la rescatista. Su organización no es un refugio y las adopciones son posibles gracias a los hogares de tránsito que reciben a los animales, los cuidan y recuperan física y emocionalmente hasta que están en condiciones de conocer a sus futuras familias. A su vez, cuentan con un equipo de educadores caninos que asesoran a los tutores sobre cómo trabajar con los perros. Dado que no reciben subsidios se mantienen con colaboraciones de miembros, voluntarios y seguidores.

Perros de casa, no de caza

El 30 de octubre es el día elegido para dar visibilidad y sembrar conciencia sobre el maltrato que sufre la raza. En los últimos años aumentaron los rescates y se intensificó el trabajo de las organizaciones y refugios, pero ¿qué medidas se necesitan para terminar con la violencia?

"Si bien la ley que prohíbe las carreras ya tiene sus años, la problemática del galgo sigue existiendo. Hay mucha gente en el interior que los usa para ir a cazar liebres (y muchas veces animales más grandes como jabalíes) por "deporte" y esto hace que los perros terminen lastimados. Lo que se ve en los pueblos es que estas personas, que por lo general son hombres, te quieren entregar a los perros que no les sirven más, pero a los que tienen "enteritos" no te los dan. El galgo pasa a ser una herramienta y cuando deja de funcionar por la cuestión que sea se descarta", explica Flor quien junto a su amiga y colega Mumi lanzaron la campaña "Perros de casa" y están trabajando en el armado de un documental que visibilice el maltrato que sufren los galgos y que empuje el tratamiento del proyecto de Ley de Prohibición de Caza con Perros presentado por la diputada Graciela Camaño del bloque Consenso Federal.

"Desde Un perro largo quisimos ver cuánta conciencia hay de ese tema y nos dimos cuenta que muy poca gente tiene esta información y que no se difunde. Los galgos no están de moda; hay una sobrepoblación y queremos que la gente sepa de dónde vienen los perros que ven por la calle", añade. En el texto del proyecto, la legisladora es contundente: "El uso de perros para la caza conlleva el ejercicio de un grado de crueldad y de violencia que es feroz, porque se lo fuerza a participar en matanzas crueles, violentas, agónicas, bajo los eufemismos de tradición, deporte y cultura. Resulta necesario establecer una relación con los animales no humanos que supere el paradigma de la instrumentalización para pasar a considerarlos sujetos con un valor único".

En el proyecto también trabajaron la agrupación Ché Galgo y la Dra. Natalia Pallavicini, Presidenta del Instituto de Derecho Animal del Colegio de Abogados de Santa Fe 1 CJ. "Actualmente el proyecto de ley tiene estado parlamentario, pero aún no ha sido tratado en comisiones. Es importante que la ley sea aprobada porque es un reconocimiento más al derecho a la vida que los animales tienen, a su subjetividad, más allá de los intereses humanos de tomar sus vidas por entretenimiento, apuestas, competencia o crueldad. Vivir en una sociedad sin violencia significa una sociedad donde asesinar animales usando a otros animales, por banalidad o por perversión, sea una conducta prohibida y penalizada", sostiene Carla. Por su parte, los galgueros no sólo se oponen sino que buscan derogar la normativa que prohíbe las carreras.

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Organizaciones rescatistas, activistas por los derechos animales y espacios políticos trabajan para que este proyecto sea ley. Desde Un perro largo pregonan: "Si nos ayudamos tal vez entre todos podemos girar la historia y que un día, la Z se convierta en S".

Para ayudar con el documental de Un perro largo: https://linktr.ee/unperrolargo

Para firmar la petición que busca prohibir la caza con animales: https://bit.ly/3Gz8tDV