Economía
Economía verde

Tierras raras: los codiciados minerales que se proyectan como los contaminantes del nuevo mundo

Su uso no contamina pero su extracción y transporte sí. ¿Son estos nuevos minerales el futuro de un mundo libre de emisiones?

Con el calentamiento global pisándonos los talones, el mundo vive una nueva fiebre minera. Los causantes son los metales raros, o tierras raras, un grupo de minerales que traen de cabeza a las principales potencias mundiales y que están moviendo el tablero geopolítico del Planeta.

Mina a cielo abierto en China. Uno de los yacimientos más importantes de metales raros (Foto: Twitter @OinkEspacio)

Vanadio, germanio, antimonio, berilio, renio, tántalo, niobio y algunos más son considerados por los analistas el petróleo del siglo XXI.

Según el periodista francés Guillaume Pitron en su última investigación, las nuevas economías serán altamente dependientes de estos minerales. "Robótica, inteligencia artificial, hospitales, ciberseguridad, biotecnologías médicas, objetos conectados, nanoelectrónica, vehículos sin conductor", detalla en su libro "La Guerra de los metales raros". A pesar de que estos metales eran conocidos en el XVIII no se les había encontrado aplicación industrial. No fue hasta la década de 1970 cuando se empezó a sacar partido a estos metales por sus propiedades magnéticas y ópticas, entre otras.

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Debido a sus características y ventajas, no es de extrañar que estos metales raros sean también codiciados por la nueva economía verde. En este sentido, Pitron provoca con una paradoja: "Las energías llamadas limpias necesitan recurrir a minerales raros, cuya explotación es todo menos limpia".

Para obtener un kilo de vanadio se necesita purificar ocho toneladas y media de roca; 16 para un kilo de cerio; 150 para uno de galio; y 250 para uno de lutecio. Además de estos procesos, el destino del agua cargada de metales pesados plantea importantes desafíos ambientales y de salud pública.

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Ante este escenario Pitron argumenta: "Estamos sustituyendo la dependencia del petróleo por un nuevo hábito, el de los metales raros. Un poco a la manera de un toxicómano que, para atajar su adicción a la cocaína, se zambullera en la heroína... En el fondo, no estamos resolviendo en absoluto el reto que supone el impacto de la actividad humana en los ecosistemas; solo lo desplazamos", dice Pitron a El Mundo.

"Hace un tiempo pensar en la no dependencia del petróleo era un escenario dramático. Hoy creemos que quizá en unos años lo podamos conseguir", dice por su parte Javier Peña, doctor en Ciencias Químicas y director general de la Escuela Universitaria Elisava. "La pregunta es si seremos capaces de llevar a cabo este proceso con el criterio suficiente para preservar el entorno. Para mí es un problema de ética, no de minerales", concluye el químico.

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