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Ambientalismo de cercanía

No podré cambiar el mundo, pero puedo separar mis residuos

La separación de residuos nos permite darnos cuenta de que la mayoría de los residuos que generamos NO son basura, sino que pueden convertirse en compost o pueden ser reciclados o pueden ser reutilizados para otros fines. También nos obliga a ponernos frente a nuestros desechos y, en consecuencia, a analizar qué tipo de productos consumimos, ponderar nuestras elecciones, identificar el problema y buscar soluciones.

Abogada y diplomada en el Programa de actualización de Políticas Públicas y Cambio Climático. Autora del libro "Una vida sustentable"

El 27 de septiembre fue el Día de la Conciencia Ambiental. Que la crisis ambiental es un problema que necesita ser abordado de forma integral, no hay dudas. Que se necesitan cambios a nivel sistémico, político y empresarial, es evidente.

Todo eso no quita que cada persona pueda y deba aportar desde su lugar. Por eso, después de muchas semanas hablando de política, decido tomarme un respiro y hablar desde otra perspectiva, poniendo el foco en el ambientalismo de cercanía.

¿Qué es el ambientalismo de cercanía? 

Podríamos decir que es el compromiso ambiental que cada persona toma en el día a día para, a través de sus acciones, reducir su impacto ambiental y contribuir a la preservación del entorno.

Son muchos los cambios que podemos implementar en nuestro día a día, y tal vez, pensar en adoptarlos a todos juntos, parezca abrumador o imposible, por eso la propuesta es a animarse a observar nuestro consumo, nuestras elecciones y hábitos, para poder cada vez ir más profundo y más lejos en nuestro compromiso. Justamente porque es mucho, con el correr de las semanas iremos abordando distintas propuestas, empezando hoy por la separación de residuos.

Separación de residuos

Separar residuos es uno de los hábitos más importantes que podemos incorporar. Si bien lo recomendable es acostumbrarnos a reducir nuestra generación de residuos, es fundamental que sepamos cómo clasificar y disponer de aquellos residuos que no pudimos evitar.

Lo cierto es que mientras mantenemos la costumbre de tirar los residuos a la basura, vivimos en la fantasía de creer que la bolsa de nylon es un agujero negro y la basura desaparece cuando pasa el camión. Este truco de magia nos permite desvincularnos de nuestros residuos. Lamentablemente, la basura no desaparece. En nuestro país se calcula que cada persona genera aproximadamente 1,5 kg de residuos por día, de los cuales muy poco se gestiona correctamente. La gran mayoría de los residuos que generamos termina en rellenos sanitarios o, peor aún, en alguno de los más de 5000 basurales a cielo abierto que todavía existen en Argentina.

Mirá también: El reciclaje inclusivo: por un planeta más limpio y más justo

Por eso es necesario que rompamos con la inercia de tirar todo al tacho y que comprendamos que aunque no estén frente a nuestros ojos, nuestros residuos mal gestionados siguen existiendo.

Cuando comenzamos a separar residuos, todos aquellos envoltorios de comida que consumimos, se vuelven reales. Se empiezan a acumular, a ocupar espacio y hasta se vuelven molestos. Esta presencia de los residuos nos obliga a enfrentarnos a ellos, y ese ponernos frente a frente con nuestra basura y nuestro consumo puede ser muy beneficioso, tanto para el planeta como para nuestras vidas.

Ventajas de separar residuos

  1. Es un paso fundamental para que esos materiales puedan ser reciclados con posterioridad en alguna planta de reciclaje. Si tiro todo junto a la basura, orgánicos, reciclables y no reciclables, es muy probable que nada de ello sea recuperado.

  2. Partiendo de la base de que lo ideal sería no generar residuos, podemos entender que estos representan un problema que debemos resolver. Cuando nos paramos frente a aquello que no pudimos evitar, podemos decir que estamos identificando el problema para trabajar en la solución.

  3. Cuando nos enfrentamos a nuestros desechos tenemos la posibilidad de analizar nuestro consumo. Nos hacemos conscientes de qué productos consumimos más  y tenemos la oportunidad de buscar alternativas, en caso de que sea necesario, podemos hacer algunos ajustes en nuestros hábitos alimentarios.

¿Cómo empezar?

El primer paso es tomar la decisión. El segundo paso, buscar algún lugar de nuestra casa al que sumar un tacho más. Si bien cuando pensamos en la separación de residuos se nos viene a la mente la imagen de muchos tachos de colores, con dos va a ser suficiente. Mi recomendación es colocar un tacho grande para los reciclables (puede ser el que solía usarse para los residuos en general) y otro tacho más chico para la basura.

En el tacho grande vamos a poner los materiales reciclables: plásticos, papeles, metales, cartones y vidrios.

En el tacho pequeño vamos a poner aquello que no pueda reciclarse ni compostarse. ¿Compostarse?. Sí, en otra oportunidad vamos a hablar sobre compost. Los residuos compostables u orgánicos, pueden ir directamente a la compostera o a un tupper y a la heladera hasta que puedas llevarlos a compostar.

Mirá también: Mes del Compostaje: si cada argentino hiciese esta práctica, más de 20 millones de kilos diarios de "basura" no terminarían en un relleno sanitario

Una vez que tenemos identificados los materiales reciclables, el siguiente paso es gestionarlos adecuadamente. Para eso es fundamental que antes de guardarlos y acopiarlos nos aseguremos de que estén limpios y secos.

¿Por qué? En primer lugar para que no larguen olor: no es lo mismo guardar un pote de queso crema limpio que guardar uno con restos de queso que, al poco tiempo fuera de la heladera va a empezar a generar hongos.

En segundo lugar, es importante para evitar que contaminen otros materiales. Por ejemplo: si voy a guardar un frasco de vidrio donde había algo aceitoso y lo pongo con los cartones, corro el riesgo de que el aceite manche los cartones y de esa manera vuelva imposible su reciclaje.

Por último, y más importante aún, los reciclables tienen que estar limpios porque la clasificación y gestión de los mismos en los centros de reciclaje es realizada por personas que deben entrar en contacto con esos materiales. Por lo tanto, disponer del material sin restos de comida es una cuestión de respeto por los trabajadores y de salud.

Sin perjuicio de todo lo anterior, cabe aclarar que cuando decimos "limpios" no nos referimos a usar grandes cantidades de agua y jabón. No tiene sentido gastar un recurso tan valioso como el agua para sacar los restos de chocolate de un envoltorio de alfajor. Lo importante es que no queden restos de comida, y eso podemos lograrlo con un poco de agua o con un trapo húmedo.

Recordemos ser conscientes y coherentes en nuestras acciones, no hacer por hacer, sino entender por qué y para qué hacemos lo que hacemos.


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