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La deuda es con el Sur: ¿por qué marchó la juventud argentina el 22 de abril?

Por Federico Pellegrino de Eco House Global.

*Por Federico Pellegrino

Si bien hay tantos motivos como personas que se movilizan, se decidió una consigna que a primera vista puede ser un tanto enigmática, pero si le dedicamos unos minutos encontramos su importancia. Esta nota pretende explicarla brevemente.

Mirá también: "Día de la Tierra: "La deuda es con el Sur: sin financiamiento no hay transición justa""

Como ya sabemos, el calentamiento global es producto de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera que generan cambios a largo plazo en las temperaturas y los patrones climáticos. Este proceso conduce a que se deterioren los ecosistemas y, en consecuencia, a que empeore nuestra calidad de vida: aumenta las sequías (y por ende tenemos menos alimentos), las inundaciones (por lo que muere más gente), las olas de calor (que a su vez son más intensas y afectan a más personas), los vectores transmisores de enfermedades como el dengue, y muchísimas otras problemáticas.

Estas emisiones provienen, en mayor medida, de la actividad humana, especialmente, por el uso de los combustibles fósiles.

Pero en esta explicación en la que la causa de la crisis climática es humana se esconde la mayor injusticia. La "humanidad" es un concepto muy amplio que nos iguala a todas las personas por el mero hecho de ser humanos y, por lo tanto, parece que todas somos responsables en igual medida. La "actividad humana" es un concepto que al igualarnos oculta la desigualdad en las responsabilidades.

(@belucaba.ph)

Ni todos los humanos emitimos lo mismo, ni todos nos beneficiamos por igual del actual sistema. "La humanidad" no existe. Existen países. Países que en los últimos 200 años tuvieron roles muy distintos en el escenario internacional. Países que lograron imponer un sistema económico (cortoplacista y que destruye el planeta) y otros que tuvimos que sumarnos a ese sistema de una manera subordinada, en la que nuestra materia prima era más importante que nuestras opiniones.

Hay países que son responsables de la crisis climática y otros que somos el furgón de cola de esta locomotora benjaminiana a la que llaman "progreso". Y esto es un punto polémico, incluso dentro del movimiento. Pero es momento de darnos este debate, por más que esto pueda implicar que nuestros gobiernos irresponsables (que obviamente emiten GEI, aunque sea en menor medida que el resto) lo utilicen para justificar su inacción climática.

"Estas emisiones provienen, en mayor medida, de la actividad humana, especialmente, por el uso de los combustibles fósiles"

Aunque no podemos negar que la responsabilidad de la crisis climática está en otro lado -debemos decirlo-,no por eso tenemos que justificar la inacción de nuestros gobiernos. Es una locura no tomar medidas para la adaptación a la crisis climática, ya que dicha inacción se traduce en más personas afectadas. Es como estar en el titanic siendo consciente de que se va a hundir y no querer tirar los botes para sobrevivir.

No ser responsable como país del problema, no nos exime de la responsabilidad de hacer algo para que la crisis climática le afecte menos a quienes menos tienen.

"No ser responsable como país del problema, no nos exime de la responsabilidad" (@ph gonzalo)

Profundicemos en esto: ¿por qué Argentina,e incluso América Latina, no son responsables del Cambio Climático?. Está respuesta está por fuera del ámbito técnico-científico, es eminentemente política-histórica.

No obstante, más abajo en la nota encontrarán la justificación en números de por qué "somos responsables en menor medida". El problema de estos números es que ignoran algo bastante más complejo y difícil de medir que las partículas por millón de dióxido de carbono en la atmósfera: ignoran las relaciones de poder entre los países (y dentro de ellos) que posibilitaron el desarrollo del actual sistema de organización planetaria.

Ignoran algo elemental que se da en todas las sociedades, lo cual es que siempre hubo y habrá: dominados y dominadores; dirigentes y dirigidos. Y que a nosotros, amigos y amigas sudacas, nos tocó la parte de dominados. Así, nos insertamos en el mundo de una manera periférica y subordinada a un orden del cual no pudimos (ni podemos en la actualidad) cambiar demasiado.

No somos nosotros, los países del Sur Global, los que establecemos las reglas del juego. Estamos jugando en una cancha que dibujaron en Europa hace 200 años y que post Segunda Guerra Mundial le remarcaron las líneas en Washington. Desde acá no estamos jugando a ganar como ellos, estamos "jugando" a sobrevivir, a hacer lo que podemos con el papel que nos tocó, o mejor dicho, con el papel que nos impusieron.

Por lo tanto, podemos aceptar que nosotros, los países periféricos y dependientes del centro del poder político y económico, emitimos gases, pero no podemos ser categorizados como los culpables de esta crisis, ya que para ser culpables deberíamos haber tenido la posibilidad de hacer otras cosas, de elegir otros caminos. Esos caminos siempre fueron marcados por lo que pasaba en los países desarrollados, siempre fuimos dependientes, incluso antes de que Argentina sea Argentina ya que hasta nuestra propia independencia fue un acontecimiento que se vio posibilitado porque a 10.000 km de distancia Napoleón invadía España y generaba una vacío de poder que permitía que desde el Virreinato Del Río de la Plata se pueda avanzar con la liberación.

¡Ojo! Tampoco podemos quedarnos en la queja de que nos tocó nacer en un país dominado y periférico y que por eso no podemos hacer nada. Porque eso no es así. Retomando a Sartre, "somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros". Podemos ser mejores. Está en nosotros cambiar la realidad. Porque después de todo, tenemos un margen de acción para cambiar las cosas, limitado por las condiciones objetivas, por lo que nos imponen, pero con la posibilidad de cambiar el rumbo. Desde ya, no lo vamos a hacer con un espíritu posmoderno que ignore los límites. Necesitamos pensar las soluciones desde y para América latina. Así que, como jóvenes que pretendemos cambiar la realidad, ya podemos decirle adiós a las narrativas colapsistas que nos hablan del terrible mundo que puede venir para pasar a hablar del mejor país que podemos construir.

Un país donde a nadie le falte un techo para poder vivir, un trabajo para llevar alimentos a la casa y, en el caso de campesinos y campesinas, un pedazo de tierra para producir los alimentos sanos que llegarán a la casa de todas las personas que tenemos la suerte de vivir en suelo argentino. Un país industrializado que no dependa de una canasta exportadora de materia prima, descomprimiendo así la presión de las actividades extractivistas sobre los ecosistemas.

El 22A en CABA (@ph gonzalo)

Para eso necesitamos un ambientalismo latinoamericano cada vez más fuerte y unido. Más ambientalistas que busquen proteger los intereses nacionales y regionales. No podemos pasar por alto que el cambio climático y los problemas ambientales se insertan en una lógica de intereses, en la que cada Estado representa su propio interés. Pretender no querer defender los intereses del nuestro, o incluso peor, querer destruirlo pensando en una "ciudadanía global" es no entender las reglas del juego, o peor aún, entenderlas pero no querer cambiar el juego con sus propias reglas. Un gran intelectual dijo una vez:

"Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado".

Es por esto que para cambiar al mundo necesitamos jugar con sus lógicas. Necesitamos construir poder desde nuestro país primero y desde nuestra región luego. La soberanía sobre nuestro futuro nunca nos la dio alguien de afuera. Nunca se lograron avances en los intentos por la soberanía política pidiéndole por favor a los países desarrollados que sean misericordiosos. No vamos a lograr que reduzcan sus emisiones pidiéndoles "por favor" en organismos internacionales que lo hagan porque ya lo venimos haciendo hace más de 26 años y las emisiones no paran de subir y el financiamiento para una transición ecológica justa nunca llega. Si queremos influir necesitamos poder, necesitamos agrandar a nuestro país y a nuestra región; para así poder ir a reclamar con más fuerza que respeten nuestros derechos, que protejan a la naturaleza y que paguen su deuda con el Sur. Por eso, este 22 de abril fue necesario que nos movilicemos en todo el país por nuestra soberanía, por nuestro ambiente y bienes comunes, por nuestra independencia y nuestra gente.

Vamos a los números:

Hay muchos acuerdos internacionales, pero las emisiones siguen subiendo; para esto, una imagen vale más que mil palabras. En el siguiente se pueden observar los diferentes acuerdos internacionales firmados para enfrentar el Cambio Climático y reducir las partículas de dióxido de carbono (CO2), principal gas que ocasiona el aumento de las temperaturas:

Gráfico 1 (Fuente Our World in Data)

Ahora bien, dicho gráfico muestra las emisiones de "la humanidad" que, como vimos antes, es un concepto que no nos sirve para analizar la realidad. Necesitamos disgregar por países a "la humanidad" para ver quiénes son los que más han emitido.

Los datos son más que claros. Quienes más emiten en la actualidad son: China con el 27% de los GEI, Estados Unidos (15%) y la Unión Europea (9,8%). Sí, estos 3 actores son responsables de más del 50% de los gases de efecto invernadero.

Gráfico 2, emisiones presentes (Fuente Our World in Data)

Claro que el cambio también es producto de lo que se viene emitiendo hace casi 200 años. Las emisiones históricas nos indican que EE.UU es responsable del 25%, seguido por la Unión Europea (22%) y China (12%). ¿Y América del Sur? ¿Y África? Cada uno de estos continentes es responsable del 3%. Entre los dos continentes somos responsables del 6% de las emisiones de GEI, ¡solo el 6%! Y somos quienes menos recursos tenemos para adaptarnos al cambio climático, producto en su mayoría de los países ricos.

Gráfico 3, emisiones históricas (Fuente Our World in Data)

La gran injusticia es que estos países se desarrollaron económicamente a costa de emitir muchísimo y por eso, hoy tienen mayor cantidad de divisas para pagar los costos de adaptación y financiar su transición hacia modelos de bajas emisiones. Esto se puede ver en estos dos gráficos donde se mide la cantidad de emisiones y el PBI de los países a lo largo del tiempo:

Gráfico 4 (Fuente Our World in Data)

Gráfico 5 (Fuente Our World in Data)

Ahora bien, este reclamo de que la deuda es con el Sur no es nada nuevo. En las relaciones internacionales todos los países desarrollados saben que tienen que financiar la transición de los países en vías de desarrollo y subdesarrollados. Incluso lo dicen. Entonces, ¿cuál es el problema? Que no ponen el bolsillo donde ponen la boca.

En el Acuerdo de París (2015) los países desarrollados se comprometieron a movilizar, como mínimo, 100.000 millones de dólares anuales desde 2020 al 2025 hacia los países en desarrollo. Como imaginarás, todavía estamos esperando ese financiamiento. El último informe del IPCC, el panel de científicos de la ONU que reúne toda la información del cambio climático, muestra que los "flujos de financiamiento" para las acciones de mitigación son muy insuficientes y necesitan aumentar entre un 300-600%. La respuesta a la crisis está bastante marcada, lo que falta es voluntad política.

Como tenemos en cuenta que la lucha ambiental es una lucha por nuestra soberanía y por nuestra independencia; que nadie nos va a regalar nada y que "la ciudadanía global" no existe, que lo que existen son naciones y que si no nos preocupamos nosotros por las nuestras nadie lo va a hacer, es que marchamos por el clima. Lo hacemos porque sabemos que en el cambio climático se materializan las desigualdades entre los países del Norte y los del Sur global, se cristalizan las injusticias históricas. Sabemos que si no hacemos nada se perpetuaran para siempre.

Somos una juventud que no solo se preocupa por conservar los ecosistemas sino también por cambiarle la vida a la gente que vive en ellos. Somos una generación que entiende que nos saquearon en el pasado, pero que nuestro presente, y sobre todo nuestro futuro, está en nuestras manos, o mejor dicho, en nuestras piernas, por eso marchamos para cambiar la historia.

*Estudiante de Ciencia Política, UBA. Coordinador del departamento de política y activismo para la Sostenibilidad de Eco House Global y miembro de Alianza por el clima.


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