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Fiestas de Navidad y Año Nuevo, su impacto ambiental. Segunda parte

Las Fiestas de fin de año ( Navidad y Año Nuevo) se transformaron hace ya tiempo, y cada vez más, en temporada de comprar, comprar y comprar. Este consumismo vertiginoso está perjudicando al planeta. Las compras excesivas forman parte de una cultura insostenible que está alimentando una triple amenaza planetaria: crisis climática, pérdida vertiginosa de naturaleza y biodiversidad, y niveles exponenciales de contaminación y desechos. Es hora de ser conscientes de que toda esa parafernalia es muy perjudicial para nuestras vidas.

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Las Neurociencias nos demuestran que tener más bienes materiales no necesariamente hace a las personas más felices. O sea, si transformamos estas Fiestas en mayor contaminación, aumento de nuestro consumo a niveles insostenibles, producción de ruidos dañinos para los animales, utilización de árboles como adornos tradicionales para luego desecharlos ¿esto es realmente la alegría para los seres humanos? 

Alegrarnos mientras agradecemos y honramos a nuestra Madre Tierra por todos sus recursos es más coherente. Los momentos de dicha pueden y deben complementarse con una buena conciencia solidaria. El júbilo es una expresión hermosa ¿por qué empañarlo con el sufrimiento de la vida planetaria?

Mirá también: Fiestas de Navidad y Año Nuevo, su impacto ambiental. Primera parte

El estrés económico y el cansancio acumulado de todo el año se agudiza en estas fechas, personas más irritables, contrariadas, que viven estas fiestas como una temporada agotadora, en vez de servir para brindar paz y alegría. La angustia, la depresión, la soledad, la desesperanza, la tristeza y la apatía suelen ser frecuentes. El 64% de las personas con un problema psicológico sienten que su condición empeora durante las festividades, según estudios de la Alianza Nacional de Enfermos Mentales (NAMI por su sigla en inglés). Constatamos que en estos días, que debieran ser de Luz y de Paz, de saludables reencuentros autorreflexivos y con nuestros seres queridos, estallan todas las formas de estrés, distrés y afines.

Tal y como indican fuentes profesionales, las salas de emergencias tratan entre un 10 y 15% más de pacientes en estas fechas. La influencia de las poderosas "señales de mercado" que condicionan ambiental y culturalmente a estas celebraciones decembrinas, desembocan en estadísticas concluyentes: el 24 de diciembre se ha convertido en la fecha que más infartos se producen en todo el año, resultado del estrés emocional, discordias familiares, y los excesos y desarreglos en comidas y bebidas, tal como lo ha publicado la revista British Medical Journal donde detallan que el riesgo de sufrir un infarto el día 24 de diciembre, en particular para personas mayores de 75 años con diabetes y cardiopatías aumenta un 37%, y en general, en un 15%.

La Universidad de Drake, en Estados Unidos, concluye que el día 25 de diciembre, es decir, el día de Navidad, es el que más fallecimientos por ataques al corazón se registran en todo el año. Seguido del día 26 de diciembre y el día 1 de enero, según recoge un informe de la Fundación Española del Corazón. La Federación Internacional de Medicina de Emergencia (IFEM) nos aporta que en estas Fiestas la mortalidad cardíaca es mayor que en el resto del año. Según investigaciones de la Asociación Americana del Corazón, EE.UU., estas celebraciones deben considerarse un factor de riesgo de muerte.

Fuente: Unsplash

Podríamos agregar como secuelas importantes de estos ¿festejos?, la adquisición de nuevos malos hábitos que impactan en el aumento significativo del índice de masa corporal (IMC) (se estima aproximadamente un incremento de peso pasadas estas celebraciones de unos 3 kilos) y en la forma en que el organismo se adapta al peso adicional, muy poco saludable por cierto. Los innumerables accidentes por quemaduras y las afecciones a las vías respiratorias resultantes de la pirotecnia. Y en un lugar destacado, de acuerdo a los relevamientos de IFEM, los accidentes de tránsito que llegan a las salas de emergencia aumentan un 30%.

Un mayor uso del vehículo particular y de servicios contratados, dados los desplazamientos que realizan las familias para hacer compras y estar con sus seres queridos, y la multiplicación de traslados por emergencias médicas, emiten más cantidad de CO2 a la atmósfera, contribuyendo al efecto invernadero. El transporte equivale al 15 % del impacto ambiental que generan estas celebraciones, y tiene mucho que ver con el medio de transporte elegido. Para desplazarnos está claro que el tren es el transporte más ecológico, seguido por el autobús. Otra alternativa es compartir coche. Para las distancias cortas, es viable caminar o ir en bicicleta. Un automóvil particular representa un incremento del 800 % de emisiones respecto del tren, en tanto que un avión alrededor del 1200%

La pirotecnia causa contaminación en el aire, el agua y el suelo. Al encenderse liberan grandes cantidades de componentes tóxicos como el azufre, nitrato de sodio, carbono vegetal, aluminio y grandes cantidades de monóxido de carbono y otros gases contaminantes, que tardan hasta 3 días en disiparse. Las concentraciones alcanzadas superan los niveles de alerta para contaminantes, ocasionando efectos inmediatos en la salud de las personas: tos seca, irritaciones a la garganta, cansancio y efectos serios en niños, personas de la tercera edad, madres gestantes y personas con enfermedades respiratorias crónicas y cardiovasculares. Al detonar emiten humo y cenizas, partículas, metales tóxicos y que al ser aspiradas por las vías respiratorias, afectan al ser humano y también a las mascotas. Además, se pueden dañar las áreas verdes y producirse hasta incendios debido al mal manejo de estos materiales inflamables.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el material particulado (PM10 y PM2.5) contiene partículas inhalables que son lo suficientemente pequeñas para penetrar en la región torácica del sistema respiratorio, que de acuerdo a la exposición ya sea a corto o largo plazo, ocasionan morbilidad respiratoria y cardiovascular, agravamiento del asma, síntomas respiratorios, incremento de los ingresos hospitalarios y mortalidad por enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer de pulmón. Las PM2.5 se relacionan con deterioro neurológico, afecciones respiratorias y enfermedades cardiovasculares, entre otras.

Mirá también: ¡Basta de pirotecnia!: "Provocan un triple impacto negativo tanto en las personas con autismo como en los animales y en el ambiente"

Los fuegos artificiales desprenden polvos muy finos compuestos de colorantes metálicos, toxinas, productos químicos y humos; todos ellos similares a los efectos que producen otras agravantes ambientales, como es el caso del tráfico vehicular. De acuerdo a los datos recogidos por la Agencia Federal del Medio Ambiente de Alemania (UBA), durante la noche de Año Nuevo en el país europeo se liberan alrededor de unas 5.000 toneladas de partículas en el aire; lo que equivale a 2 meses del tráfico por carretera.

Monitoreos continuos realizados en estas Fiestas decembrinas por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) en Lima, Perú, demostraron que, la concentración del contaminante PM10 supera casi el 93% del Estándar Nacional de Calidad Ambiental para Aire (ECA Aire). De acuerdo con la Facultad de Geografía de la Universidad Autónoma del Estado de México, grandes concentraciones de estos componentes tóxicos en el aire pueden provocar una alteración en el ciclo de lluvias y el desvanecimiento de las gotas, lo que permite que los contaminantes prevalezcan en el aire más tiempo.

Investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA) hallaron que los fuegos artificiales producen perclorato de sodio, que resulta nocivo para la salud (puede afectar la tiroides). Las concentraciones de este químico, entre 24 y 1000 veces mayores a los niveles normales, dañan los microorganismos y la fauna del ecosistema. Al momento de la explosión los metales pesados se dispersan en la atmósfera y caen en la tierra en forma de aerosoles sólidos. Al ser inhalados pueden conducir a problemas de salud a largo plazo, como ataques de asma, ataque cardíaco, accidente cerebrovascular e incluso la muerte en los que sufren de enfermedades del corazón o los pulmones.

Es posible tener unas Fiestas con costos ambientales menores empleando luces Leds y encenderlas con discrecionalidad, cocinando saludablemente la cantidad justa para satisfacer a los comensales, compartiendo automóvil, comprando regalos ecológicos y envolviéndolos en papel reciclado, evitando el inútil gasto en pirotecnia, eludir el uso de árboles luego descartados y cuidando de reciclar muy bien todos los desechos, entre otras acciones.

Las Fiestas pueden ser una buena oportunidad para impulsar conductas más sustentables. Afortunadamente, es posible cambiar la forma de vivirlas y reducir el impacto en las áreas antes mencionadas. ¿Cómo lograrlo? Simplemente, emprendiendo acciones conscientes que lleven a cambiar estos hábitos de consumo. Depende de cada uno querer seguir viviéndolas, año tras año, de una forma masificada, programada e inconsciente, o despertar y crear la diferencia. No sólo cabe la posibilidad de mejorar las propias condiciones de vida, sino que también se puede hacer algo por las de otros seres y del planeta. 

¡Querer es poder! ¡Felicidades!


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