Fiestas de Navidad y Año Nuevo, su impacto ambiental. Primera parte
Las Fiestas de Fin de Año (Navidad y Año Nuevo) traen consigo algo más que encuentros familiares, buenos propósitos y presentes; son sinónimo de excesos. Generan un aumento significativo de los residuos derivados de los regalos, un mayor uso de pilas contaminantes y un despilfarro energético por las luces, adornos, comidas y fuegos artificiales que forman parte de la celebración. Y poco se dice de su impacto negativo en el ambiente.
Navidad y Año Nuevo representan una época del año muy especial, por todo lo que se celebra en torno a ellas. En la actualidad, lejos de su esencia, se han transformado en días de acelerado y voraz consumismo: es la época del año en la que más se consume, lo que se traduce en altos costos a nivel ambiental, social y económico. Este ritmo tan insostenible y depredador, está causando estragos en el planeta y en la vida de sus habitantes.
Respecto a lo ambiental, el gasto energético se dispara considerablemente en comparación con otras épocas del año. Según un estudio de la Universidad de York, Inglaterra, en estos días, se emite un 5,5 % del dióxido de carbono (CO2) producido en todo el año, potenciando notablemente la crisis climática presente.
A nivel social, muchas de las personas responsables de la elaboración de los productos están en una situación de pobreza tal que jamás podrían adquirirlos. Por otro lado, los consumidores son, a menudo, víctimas de un sistema que los incita a comprar sin control ni conciencia, lo que termina por afectar su salud y estado mental.
Y por si fuera poco, a nivel económico, muchos hogares acaban endeudados al final de estas celebraciones.
Volvamos al consumo energético. En las fiestas decembrinas es mucho mayor que durante el resto del año. Empezando por el alumbrado de calles y comercios, con la consecuente contaminación lumínica, y terminando por las luces decorativas de las casas y el incremento exponencial en el uso de electrodomésticos. Se genera un gasto energético extraordinario e improductivo. Este incremento del consumo implica mayores exigencias en la generación de energía eléctrica (mayoritariamente a base de combustibles fósiles) con el consecuente daño ambiental producto del aumento de las emisiones de CO2.
La demanda eléctrica suele crecer hasta un 30% respecto a otros días de alto consumo. Según la base de datos de la Red Eléctrica Española, el miércoles 22 de diciembre de 2021, España llegó a consumir 36.200 megavatios (la misma cantidad de electricidad que consume una urbanización de unas 50 mil viviendas al año, con una emisión a la atmósfera de 10 mil toneladas de CO2) en su hora pico (19.45). Aparatos funcionando todo el tiempo y luces siempre encendidas se traducen en un costo altísimo de energía en términos económicos y ambientales. La temporada navideña conlleva un aumento de la facturación de energía eléctrica de alrededor del 40 %.
Otro factor muy importante para analizar es el de los regalos: juguetes, ropa, electrodomésticos, cosméticos, mascotas, etc. Conviene reflexionar sobre su procedencia, producción, distribución y sus materiales antes de adquirirlos, ya que su impacto puede ser mayor del que imaginamos. Todo el proceso de producción y distribución, así como cada componente del regalo, conlleva emisiones de CO2. Tenemos que analizarlos, por la huella ecológica y las emisiones de GEI que generan: la cantidad de plástico que contienen, si utilizan pilas, la distancia que han recorrido para llegar al establecimiento, etc.
Un dato importante, los regalos suponen la mayor fuente de las emisiones de CO2 en estas Fiestas, siendo responsables del 48 %. Los juguetes son los regalos estrella en Navidad y todos los niños los quieren, pero hay que tener cuidado con sus peticiones. A menudo, la publicidad los incita a desear más juguetes de los que necesitan y, cuando acaban las fiestas, quedan arrinconados o, incluso, en algún contenedor de basura. Prueba de ello es que del 5 al 6 % de los residuos urbanos remite a juguetes o pequeños aparatos electrónicos.
La basura acumulada durante los días navideños supera a la del resto del año. El uso de empaques, envolturas, moños, cubiertos y platos desechables, junto con plásticos de un sólo uso y productos no biodegradables contribuyen al aumento de basura. Desperdicios de comida, plástico, papel y vidrio abundan por doquier en esta época.
Según datos de la Secretaría de Obras y Servicios de la Ciudad de Distrito Federal de México, la generación de basura por familia se incrementa en un 30%. En consecuencia, en los vertederos se producen más GEI, ya sea por la digestión anaeróbica de los residuos orgánicos o por la incineración necesaria para disminuir su volumen.
Se calcula que casi un 48 % de estos residuos son de origen domiciliario, el 26 % pertenece a los comercios y otro 14 % a los servicios. Esto se debe principalmente a la compra de regalos, que, por lo general, vienen acompañados de múltiples cartones dentro de la propia caja, Telgopor, plásticos protectores, la bolsa que los contiene y el papel regalo, guarnecido con el tradicional lazo decorativo. Una vez extraído el regalo, todas esas cosas se descartan y se van directas al proceso de recolección de residuos. Si entregáramos el regalo sin envoltorio ni bolsa, evitaríamos más del 25% del residuo generado.
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Al terminar los festejos, las ciudades deben lidiar con las consecuencias. Toneladas de residuos urbanos deben ser removidos, se triplica el uso de camiones y personal para recuperar los espacios públicos, atestados de todo tipo de basura. Se impactan los indispensables cursos de agua y plantas de tratamiento.
Contenedores repletos, donde entran en descomposición los orgánicos y se desbordan los envases de todo tipo dejan ver el tremendo resultado.
En Sudamérica, el calor transforma el día después de estos festejos, en un caldo de cultivo de enfermedades. En los países del Norte, con clima frío, se atoran los residuos en desagües imprescindibles para escurrir el agua que deja la nieve.
Subrayamos la contaminación resultante del uso indiscriminado de pilas no recargables en juguetes para niños, ya que las pilas contienen una cantidad ingente de productos químicos muy peligrosos. El consumo de baterías aumenta en un promedio del 25 % por la compra de juguetes y aparatos electrónicos. Desechar las baterías como cualquier residuo orgánico o en cualquier espacio afecta al ambiente de manera irremediable. Contienen muchas sustancias tóxicas, el 30 % causan daños al ser derramadas. Igual ocurre cuando se queman en basureros.
Las baterías dañan la calidad del suelo y del agua. Puede afectar la salud de las personas. Varios estudios indican que una pila de mercurio puede contaminar 600 mil litros de agua.
La ingesta de comida también crece considerablemente, hasta el punto que representa un 4 % de las emisiones de cada persona. Muchos de los alimentos escogidos para la mesa navideña son procesados, llenos de químicos y con baja calidad nutricional, lo que, en definitiva, perjudica la salud.
A nivel mundial, un tercio de los alimentos producidos se desperdician y en diciembre, esto se duplica por la excesiva cantidad de comida que se prepara para los festejos. Son muchos los alimentos que acaban en el contenedor de basura, ya sea por comprar más de la cuenta, por falta de planificación; o debido a que, a nivel industrial, se han descartado por alguna razón que pueda dificultar o imposibilitar su venta. Esto supone que el 40 % de los alimentos producidos acabe siendo desechado, una cifra dramática, si se tiene en cuenta la gran cantidad de personas pasando hambre en el planeta por pobreza extrema.
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Nos quedan varios factores por considerar en los impactos ambientales negativos: pirotecnia y otros ruidos dañinos y molestos, transporte, contaminación lumínica, emergencias sanitarias por excesos, etc., que abordaremos en una próxima entrega.
Mientras tanto, vayamos compartiendo algunos buenos consejos, que nos permitan preparar una EcoNavidad y reducir los impactos negativos enumerados. Hay que revisar cada una de las acciones y hacer cambios. Si todos contribuimos de alguna manera, los resultados se notarán. Si decidimos reducir la cantidad de residuos, podemos conseguir tener unas Fiestas más sostenibles y ecoamigables:
No utilizar productos de usar y tirar.
Racionalizar el consumo de energía eléctrica y el uso de los electrodomésticos.
Evitar las pilas, puesto que son muy tóxicas y no se pueden reciclar. Es mejor comprar aparatos que se puedan enchufar a la red eléctrica o utilizar pilas recargables.
Ir a comprar con una bolsa de tela y rechazar todo tipo de sobre-empaquetado, los envases pequeños y optar por los productos a granel o en tamaño familiar.
Reutilizar el papel de regalo de otros años o, incluso, papel de periódicos revistas o papel madera.
Evitar los adornos de plástico no biodegradable o fabricados con materiales contaminantes. Es posible fabricar los propios adornos con materiales reciclados.
Separar los residuos, comprar bebidas con envases renovables, hacer regalos que no impliquen un recambio constante de pilas y baterías.
No comprar lo que ya tenemos, no descartar lo que podemos reutilizar.
Abogamos por una Navidad con conciencia solidaria, la alegría del encuentro puede ser sana, no solo en el amor hacia los seres queridos, sino hacia el ambiente y la sociedad, hacia la vida de la que formamos parte ¡Felicidades!